Joaquín Costa

Joaquín Costa, nuevo título de la revista

Juan Carlos Ara Torralba — jue, 02 sep 2021 00:00:00 +0000

La revista del IEA de la Diputación Provincial de Huesca dedicada a la figura de Costa inicia en este número 33 una nueva etapa, ya con el título de Joaquín Costa y un renovado consejo de redacción que encabeza el profesor de la Universidad de Zaragoza Juan Carlos Ara Torralba. Acoge el número entre sus páginas tres nuevas entregas de la serie de cinco ensayos sobre el polígrafo altoaragonés debidos a la pluma de Venancio Díaz Castán, bisnieto del primo de Costa Vicente Castán Gil, y publicados entre este número y el anterior. Se completa con dos artículos a cargo de Borja Lera Aused y Manuel Medrano Marqués y de Eugenio Monesma Moliner, respectivamente, sobre la Estación Internacional de Canfranc y sobre el histórico conflicto por la venta del monte La Sierra, en la Hoya de Huesca.

Joaquín Costa: crónica biográfica de tres años en Graus, de junio de 1890 a junio de 1893

Venancio Díaz Castán — jue, 02 sep 2021 00:00:00 +0000

En este artículo se muestra a Joaquín Costa en su madurez, con cuarenta y cuatro años, en plena fase de actividad intelectual pero severamente afectado por su discapacidad física. Abandonadas sus aspiraciones universitarias y convertido en notario de Jaén por oposición, se instala en Graus gracias a una licencia por razones de salud en junio de 1890, donde espera sentirse arropado por sus amigos y su familia (en especial por su tío, el clérigo José Salamero) ante un previsible futuro borrascoso. Pero su fuerte e inquieto temperamento lo conduce a la acción y, entre otras, a la política, que cristaliza en la Liga de Contribuyentes de Ribagorza y la Cámara Agrícola del Alto Aragón. Finalmente, le será imposible prolongar su estancia en Graus por razones laborales, pero partirá en junio de 1893 con dos asuntos in mente: la posibilidad de obtener una plaza de notario en Madrid y el encargo de su tío en relación con el célebre pleito de La Solana…

Epistolario Joaquín Costa - Laureano Rosso (1904-1909)

Venancio Díaz Castán — jue, 02 sep 2021 00:00:00 +0000

Cuando Joaquín Costa se retiró de manera definitiva a Graus en 1904 comenzó a recibir cartas de Laureano Rosso, médico republicano afincado en Málaga. En ellas se planteaba como objetivo curarle con un método de su invención con el que, según él, estaba cosechando muchos éxitos. A la postre, de este modo pretendía lograr que su paciente protagonizase la curación de España, doliente por causa de la mala gestión de la monarquía. Costa, escéptico tras la decepción de muchos tratamientos, detectó el afán de notoriedad del galeno y rechazó reiteradamente sus ofrecimientos. Los documentos expuestos en este artículo tienen el valor de mostrar importantes aspectos de la personalidad de Costa, así como detalles esclarecedores de su evolución clínica.

Tomás Costa: una vida a la sombra de su hermano

Venancio Díaz Casatán — jue, 02 sep 2021 00:00:00 +0000

Tomás Costa era veintidós años más joven que su hermano Joaquín y desde muy pequeño fue testigo de su progreso social e intelectual. Ello le sirvió de acicate para rechazar la vida de labrador o guarnicionero que su familia le ofrecía. Salir de Graus era su obsesión. Para lograr sus pretensiones de ascenso social, desarrolló una tenacidad y una práctica de la vida poco frecuentes. Sirviéndose del prestigio y de los contactos de Joaquín, logró un matrimonio afortunado económicamente y un sinnúmero de medallas y distinciones que lo convirtieron en “excelentísimo señor”. Pero perdió el afecto de su esposa y el de su hermano.

La Estación Internacional de Canfranc: historia y actualidad

Borja Lera Aused, Manuel Medrano Marqués — jue, 02 sep 2021 00:00:00 +0000

La historia de Aragón está marcada por un contraste de luces y sombras, una especie de ciclo que nos acompaña a lo largo de la historia y que nos obliga a poner los pies en la tierra cuando nuestros sueños parecen tocar los cielos. Un claro ejemplo sería su evolución y su crecimiento paulatino desde el pequeño condado, satélite de Carlomagno en sus orígenes, ubicado entre los valles de Hecho y Canfranc, que fue progresando con el paso del tiempo hasta convertirse en la Corona de Aragón y dominar parte del territorio peninsular, Cerdeña, Nápoles, Sicilia e incluso Atenas. Tras alcanzar un esplendor inimaginable, a finales del siglo XVI comenzó la decadencia que culminaría un siglo después con los decretos de Nueva Planta, desplazando a Aragón a un segundo o tercer plano. La historia de la Estación Internacional de Canfranc también sufre ese ciclo, desde la proyección del ferrocarril de la S. A. Aragonesa por Zaragoza y Canfranc, pasando por la Comisión hispanofrancesa, la construcción de la estación, sus escasos años de vida útil y el inicio de su etapa más oscura, a partir de 1970. Sin embargo, en esta ocasión parece que el sueño de todo Aragón resiste al igual que el viejo edificio, negándose a cerrar el ciclo típico de nuestra historia y caer en el olvido, peleando día a día por un futuro mejor. Canfranc también tiene luces y sombras, pero la luz que cruzará Somport está por llegar.

Conflicto por la venta del monte La Sierra, en Castilsabás (Hoya de Huesca)

Eugenio Monesma Moliner — jue, 02 sep 2021 00:00:00 +0000

La conocida desamortización de Mendizábal, de mediados del siglo XIX, no estuvo exenta de problemas. En el territorio altoaragonés de la Hoya de Huesca surgió un importante y sonado conflicto entre la familia Vallés, de Castilsabás, y la familia Calvo y otros vecinos de Santa Eulalia la Mayor por la venta estatal de ciertos territorios de la sierra de Guara, denominada popularmente como La Sierra. Entre los ministerios de Hacienda y de Fomento se produjo un error en la venta a subasta pública de los términos de Castiello, Cascalbo y Cajigüelo, a orillas del río Guatizalema, que por diversos motivos de uso y disfrute de los vecinos deberían haberse considerado exceptuados. Más de dos décadas de pleitos, de intervenciones de la Guardia Civil y de sanciones pesaban sobre los vecinos de estos lugares mientras el Gobierno seguía sin aclarar ni reconocer su error.