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  • Robert Aymard
Robert Aymard
N.º 16, Estudios, Páginas 23-66
Aceptado: dic 16, 2014

Resumen

En el importante campo de la hidronimia, la singularidad del macizo pirenaico consiste en albergar, con un poblamiento de origen mesolítico, vestigios de las culturas vascona e ibérica, a los que se han superpuesto posteriores sustratos precélticos, de procedencia alpina o mediterránea. Junto con el Pais Vasco y el Ariége, Aragón es una de las regiones más ricas en hidrónimos. Mientros que los étimos latinos son, como en otras partes, los más abundantes y las raíces germánicas o celtas resultan más bien raras, algunos radicales de sustrato sitúan a Aragón en el centro de la hidronimia pirenaica. Ya el apelativo de origen vasco aran se encuentra unas diez veces. El tipo paleohispánico balsa, bassa se halla igualmente muy representado en Aragón. E igualmente las formas paleopirenaicas gaba, barranka, ita y las bases preindoeuropeas en *ar, *is, *var (varios Garonna) o *ver (Vero, Veral). Pero la constatación más decisiva se produce en el importante grupo de hidrónimos con labial en IB-, que no tienen en común con sus homólogos vascos más que estos dos sonidos y que difieren completamente tato por la semántica como por el evidente hiato geográfico. Este grupo aragonés es el de los ibones, lagos pirenaicos desconocidos para los vascos, que ocupan un área a caballo entre las dos vertientes de los Pirineos centrales. Ello sugiere un hecho autóctono: la existencia de un poblamiento con vocabulario propio, que iba del País Vasco a Cataluña caracterizado tanto por los ibon, ioù, éu de la montaña como por el arquetipo hidronímico Iber (Ebro, Iberia).

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